Nos encontramos en una semana crucial para el Perú, en la lucha contra el coronavirus. Empezamos la batalla con la seguridad de haber sido los primeros en la región en tomar medidas importantes para frenar al virus, pero al día 25 de la cuarentena las cifras: 5256 casos positivos, más de 600 personas hospitalizadas y más de 130 fallecidas, nos deben llamar a una profunda reflexión. En la próxima semana, si hacemos las cosas bien, podríamos llegar a la cima de la curva. Tenemos días de inmovilidad absoluta y una ampliación de la cuarentena hasta el 26 de abril, mas depende de cada persona contribuir desde su posición con lo elemental: quedarse en casa y cuidar de la familia.
Ante este panorama, no podemos perder de vista que estas medidas resienten profundamente en la economía de miles de hogares peruanos, que como bien dice el economista e investigador Hugo Ñopo, afectan mucho más a quienes ‘viven del día a día’. Conversamos con él para conocer su análisis de la situación y de los cambios que se avecinan señalados como ‘la nueva normalidad’.
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En relación a América Latina, ha llamado la atención el plan económico del Perú para hacer frente a la COVID-19 ¿Por qué?
Estamos ante un plan que es grande, enorme, destinar el 12% del PBI, pero no solo eso, sino que es un plan que empezó bien temprano. Cuando el virus se acercaba a la región, se acercaba de manera homogénea, uniforme para todos los países, pero nuestro país fue el que salió primero a enfrentarla. Dicho esto, también es cierto, que nuestro punto de partida, la base sobre la cual estamos construyendo este plan es bastante precaria.
¿Se refiere a nuestro sistema de salud?
Sí, tenemos un sistema de salud pública que es bien precario. Dos semanas atrás cuando comenzó todo este tema, teníamos solamente 250 camas de unidades de cuidados intensivos. Para un país de más de 30 millones de habitantes, que ya dejó de ser pobre y ahora se considera un país de ingresos medios, eso es inaceptable. Nosotros todavía mantenemos una salud pública que no corresponde al tipo de país que somos. Esa es la reflexión que nos tiene que quedar pasada la tormenta.
¿Nos hemos olvidado de invertir en las personas?
Es triste constatar esto, pero sí. Como ya hemos dicho nuestra salud pública estaba descuidada, pero resulta que nuestra educación pública también está descuidada. Los estudiantes de nuestro país, van a tener que comenzar a estudiar de una manera virtual o semivirtual, no con todos los contenidos sino con algunos nada más. Ese futuro, en el que pensábamos que en algún momento íbamos a tener una educación digitalizada, repentinamente ha aterrizado y nos ha cogido desprevenidos. Aquí nuevamente la reflexión, ¿estamos invirtiendo en el bienestar de nuestras personas, de nuestras familias? Hacia ahí deberían reorientarse todos los esfuerzos.
Todo hace pensar que las cosas no volverán a ser igual, ¿cuál es su proyección?
Aquí es donde hay que prestar mucha más atención a los epidemiólogos, escuchar más a los científicos. Ellos nos dicen que la vuelta a la normalidad no podrá ser inmediata, va a tener que ser gradual, con períodos en los que podamos salir, pero también otros períodos en los que vamos a tener que retraernos y quedarnos en nuestras casas. La nueva normalidad va a ser diferente, la manera de producir, la manera de hacer que la economía crezca, la manera de hacer negocios, la manera de interactuar entre nosotros, la manera de definir los sistemas educativos, todo va a tener que ser repensado alrededor de esas recomendaciones que los epidemiólogos nos dan.
El reto es bastante grande para una economía como la nuestra
Esta crisis nos afecta a todos casi sin distinción, pero si algún segmento de la población le pega más fuerte es a aquel segmento de la población que vive del día a día. Ese conductor que sale a manejar todas las mañanas y al final del día puede llevar un dinero a su casa para mantener al hogar, ese es un dinero que se cortó, o las personas que salen a vender, hay múltiples autoempleados, emprendedores pequeños que dependen del día a día cuyos flujos repentinamente se han cortado. Son empleos que no tienen cobertura de seguro de salud o de pensiones. Entonces, frente a un riesgo como el que tenemos ahora, frente a esta vulnerabilidad quedan largamente desprotegidos todos estos hogares.
¿Qué opina de la posibilidad de retirar los fondos de las AFP?
Aquí es importante distinguir entre un problema estructural y otro de emergencia. El estructural es que los sistemas de pensiones, las AFP más la ONP, necesitan una reingeniería profunda, que no necesariamente tienen que ser atendidas con soluciones por la epidemia. Si finalmente termina aprobándose la ley, lo que la economía y la evidencia nos dice, es que no es buena idea retirar esos fondos que acaban de tener una pérdida importante en todos los mercados. Entonces la medida más inteligente para un afiliado al sistema privado de pensiones, que no está en urgencias económicas, es dejar ese dinero ahí y esperar el efecto rebote. Pasada la tormenta, vamos a tener que repensar el sistema de pensiones, de la mano de una reformulación de los mercados de trabajo.
Esta crisis también ha puesto sobre el tapete el tema de los roles de género
En esta cuarentena también están sucediendo cambios en términos de género, en los hogares. Los padres de familia están ante una oportunidad de oro, de involucrarse muchísimo más en las actividades domésticas y de crianza de las cuales tradicionalmente estaban desvinculados. En nuestro país, de cada 4 horas que se destinan al trabajo doméstico, 3 son hechas por manos femeninas, de ese tamaño es el desbalance. Ahora vemos, hombres que están saliendo a hacer las compras, que están entrando más a las cocinas a preparar los desayunos, las comidas, las cenas de los hogares; usemos esto también como una oportunidad para acelerar estos cambios y que en la nueva normalidad de ese futuro que ya se nos ha acercado, eso deje de llamar la atención y sea normal.
¿Cuál sería su reflexión final?
Este es un momento para pensar más en lo colectivo y pensar menos en lo individual. En la medida que estemos fortalecidos colectivamente vamos a estar bien, el bienestar de todos se va a traducir también en el bienestar individual. Esta crisis nos está demostrando que las especies más aptas para la sobrevivencia, son las que cooperan mejor, las que saben colaborar mejor y hacia eso nos va a venir muy bien movernos.