Jorge Gonzales, nos traslada hacia la realidad de la escuela rural
Desde Incuta señala: “Mi anhelo es que mis alumnos sean profesionales”
Cuando se habla de alcanzar sueños u objetivos, por lo general, nos enfocamos en nosotros mismos o en la familia, muy pocas personas se enfocan en lograr metas en favor del prójimo.
Uno de esos casos aislados lo encontramos en la escuela de Incuta, Chumbivilcas, Cusco. El profesor Jorge Gonzales Gutierrez tiene 45 años, se ha especializado en educación primaria y en quecha como segundo idioma.
Es natural de Yavina, una comunidad de Santo Tomás, en Chumbivilcas. Tuvo la oportunidad de migrar hacia el centro de Cusco, pero decidió quedarse para emprender el encomiable reto de mejorar la educación escolarizada de los niños y niñas de su distrito.
En el año 2002, Jorge postuló a una plaza de nombramiento como director encargado de la escuela de Incuta y lo consiguió. Allí se dio cuenta que la necesidad de mejorar la calidad educativa de los estudiantes era primordial y urgente.
“Cuando llegué a la escuela de Incuta el 2002, solo había un aula y los niños estudiaban hasta el 4to. de primaria, había solo dos profesores y la calidad educativa era pésima”.
Gonzales, como hijo de campesino, conocía de cerca la difícil situación que atraviesan los niños y niñas para llegar al colegio. Todos los días caminan grandes trechos, subiendo y bajando colinas, expuestos al duro clima serrano a más de 3,400 metros de altura, pero sobre todo expuestos al riesgo de trasladarse solos desde sus hogares. En muchos casos los padres de familia optan por no mandar a sus hijos al colegio. Lamentablemente la realidad que vivió cuando niño, no ha cambiado con el pasar del tiempo.
En Incuta y en otras comunidades rurales, los niños y niñas están condenados a truncar sus estudios y su futuro. El servicio educativo solo permite que estudien la primaria. Lo más trágico es que las familias lo ven como algo normal, los padres se conforman, muy pocos buscan alternativas para que sus hijos continúen sus estudios. La mayoría solo está esperando a que sus hijos crezcan para volcarlos a la actividad agrícola o ganadera, tal como hicieron sus padres con ellos y sus abuelos con sus padres. Es una cadena muy difícil de cortar.
Esta idiosincracia imperante es consecuencia de la pobreza. La desnutrición y la anemia con la que nacen y conviven los niños agudiza la crítica situación de la escuela rural. Los padres no tienen la capacidad de entender cómo esta condición impacta en el futuro de sus hijos. La anemia hace que, hablando en términos tecnológicos, se configure el cerebro del niño de manera muy limitada al aprendizaje.
Sin embargo, para el profesor Gonzales esto no fue un impedimento para soñar. Con mucha paciencia y gracias a su gestión, consiguió que Incuta cuente con educación inicial y que la primaria se dicte de manera completa para que sus alumnos aspiren a continuar sus estudios. Actualmente cuenta con tres docentes en su nómina, dos en primaria y uno en inicial. Los resultados han sido sorprendentes y alentadores ya que sus estudiantes han ocupado los primeros puestos en la postulación para la secundaria, en los colegios distritales y de la provincia.
Gonzales es muy optimista y espera que sus niños, que ahora ya son adolescentes, no se limiten, que continúen sus estudios, que hagan una carrera técnica o superior, que muy pronto sean los profesionales que necesita Chumbivilcas. Pensar en eso lo llena de orgullo y satisfacción.
En la escuela de Incuta, la educación secundaria es un anhelo
Para muchos de nosotros que vivimos en la ciudad, la educación secundaria es un derecho, sin embargo para el director Jorge Gonzales, es un anhelo, su meta es que su institución educativa cuente también con el nivel secundario y que en Yavina, su tierra natal, se pueda construir una institución que incluya educación técnica para los jóvenes de las distintas comunidades que se ven en desventaja comparados con los estudiantes de la ciudad.
Gonzales es uno de los docentes que ha recibido acompañamiento pedagógico de la Fundación. “Agradezco todo el apoyo que hemos recibido, como profesores que formamos a niños y jóvenes, necesitamos capacitación constante, actualización y en ese sentido Ayuda en Acción y Arariwa nos han brindado cursos, pasantías y talleres para mejorar la calidad educativa de nuestros estudiantes. Necesitamos preparar a los niños y niñas para que sean profesionales y no solamente electores, que piensen, que reflexionen, que progresen”, sustenta.
Su historia es un claro ejemplo de lo que un maestro inspira en sus alumnos. Los profesionales con verdadera vocación por la educación logran abrir caminos en la búsqueda de nuevos paradigmas, brindan a la sociedad un cambio significativo, motivan y crean condiciones para el aprendizaje. En las manos de todo docente está el verdadero futuro del país.