[caption id="attachment_2349" align="alignnone" width="900"] Don Santos en medio de lo que algún día fue la sala de su vivienda. ¡No dejes que esta historia vuelva a repetirse! DONA T. 7028600[/caption]
Don Santos Mostacero Castillo, a sus 78 años pensó haberlo visto todo. No contaba con que las lluvias del verano pasado lo hicieran testigo de la incontenible fuerza del río Chicama, que aún sin los efectos del fenómeno de El Niño fue capaz de desmembrar su vivienda y arrastrarla entre piedras y fango.
Así como él son decenas las familias del caserío Punta Moreno, en la provincia de Gran Chimú, a tres horas de Trujillo, que hoy viven en latente peligro por estar ubicados en zona ribereña. “No hay nada porque el agua se lo llevó todo”, manifiesta Don Santos, apesadumbrado, en medio de lo que algún día fuera la sala de su casa.
[caption id="attachment_2351" align="alignnone" width="900"] ¡Población ribereña en estado de alarma! El río Chicama a subido su volumen a 181 metros cúbicos por segundo.[/caption]
Las precipitaciones han colmado el cauce del río, su volumen de 181 metros cúbicos por segundo acrecienta el temor de la población circundante. Por otro lado, la sombra del FEN de 1997 y 1998 pesa en sus memorias: “Nos sentimos olvidados, como si esta parte de Trujillo no le importara a nadie”, afirma Hilda Izuza Mori.
Siguiendo el curso del río Chicama, a media hora desde Punta Moreno, encontramos a Vilma Florián Muñoz pobladora del caserío Jolluco desde hace más de 30 años. Ella revela un dato escalofriante “De 100 casas solo dos son de material noble, el resto son de adobe, el riesgo es muy alto en este caserío”.
[caption id="attachment_2350" align="alignnone" width="900"] El 99% de las viviendas son de adobe, revela Vilma Florián.[/caption]
Doña Vilma, sobreviviente del fenómeno de El Niño del 98, recuerda aquél trágico episodio. “Cuando ocurrió el desastre yo estaba en la zona alta en el cerro y cuando comenzó la lluvia y los truenos, se llenó de agua entre los cerros, los carros no tenían donde pasar, el agua se llevó las casas. Para cruzar nos tuvieron que amarrar con una soga. Fue desesperante, el agua bajaba de los cerros como ríos”.
El único nexo, entre estos y otros 20 caseríos de la provincia Gran Chimú con la ciudad de Trujillo, es el puente Moreno. Walter Álvarez Alcántara, pequeño agricultor de la zona, afirma que al igual que en el pasado el puente puede colapsar y también como una crónica anunciada se perderían los cultivos que con tanto esfuerzo las familias han logrado sembrar. Sino por las lluvias, por la falta de la única vía de comunicación y comercio.
“La pasamos muy triste, muy lamentable, vinieron las lluvias muy seguidas, 24 horas sin parar. Todo lo que yo pensaba cosechar el huayco se lo llevó en menos de 5 minutos. Fue una perdida enorme para nosotros los campesinos”, relata Don Walter, hoy integrante de la Asociación de productores de Jolluco con la que empiezan a salir adelante.
[caption id="attachment_2352" align="alignnone" width="902"] Los pequeños agricultores temen perder sus cosechas a causa de los huaicos #FEN2016.[/caption]
Capacitación los sacó a flote
Desde hace tres años Ayuda en Acción y su socia en el terreno CIEDI La Libertad, empezaron su intervención en caseríos del distrito de Cascas, de la provincia de Gran Chimú. Cientos de familias campesinas encontraron una oportunidad para superarse a través de la capacitación.
De sembrar, regar y cosechar de manera tradicional Walter Álvarez pasó a manejar sofisticadas técnicas para optimizar el uso de los recursos naturales y alcanzar una producción mejorada. También aprendió que la asociatividad trae muchos beneficios y que juntos los campesinos tienen una fuerza de venta competitiva. “Les enseñamos a los agricultores el aspecto técnico pero orientado al desarrollo empresarial”, señala Freddy Cerdán, coordinador del proyecto Gran Chimú.
“Antes regábamos a gravedad pero no había beneficios porque el agua se desperdiciaba. Ayuda en acción que nos hizo un reservorio, riego tecnificado, nos hizo un parrón demostrativo. Nos ayudan a lo máximo”, sostiene Walter, quien ahora sabe administrar los 3,000 m3 de capacidad que tiene el reservorio para el riego de 22 hectáreas de cultivo, de las 21 familias que conforman la asociación.
De otro lado, Vilma Florián, recibió capacitación como promotora de salud de Jolluco. Con mucho esfuerzo esta madre de familia logró implementar un programa para el consumo de agua segura. También construyó un galpón para crianza de cuyes, para venta y autoconsumo. Hoy enseña a otras mujeres cómo criar animales menores, y promociona buenos hábitos de salud entre los escolares para prevenir enfermedades.
Jolluco y sus más de 200 familias, han empezado un camino de superación con el cultivo de la uva. El anuncio inminente del fenómeno de El Niño, comprensiblemente los aterra, pues no se sienten preparados. Sus casas siguen siendo precarias, no cuentan con rutas de evacuación, las carreteras están en pésimo estado, los cauces abandonados y un Puente Moreno debilitado, los hace temer lo peor.