La violencia contra la mujer es una problemática que continúa normalizándose en la sociedad. ¡Papá, mamá, no se peleen; nosotros somos los que más sufrimos! Esta, es parte de una canción que, estos últimos días se ha hecho viral en el Perú. Y da cuenta, de la continua necesidad de responder a la violencia contra las mujeres en el país. Lo que lleva a preguntarnos ¿Cuál es la herencia generacional que queremos dejar a nuestras hijas e hijos?
Violencia contra la mujer en cifras

Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de los 117,560 casos atendidos por violencia solo en el 2022. Más de 20 mil fueron por agresión sexual. Y el 34%, hacia niñas y niños; ocho de cada diez casos hacia mujeres; y en nueve de cada diez casos, las agresiones fueron cometidas por hombres. Esta situación nos alerta, no solo de la grave realidad que viven las mujeres y la niñez, sino también, de que las estrategias que se llevan a cabo son insuficientes. Sobre todo, cuando están enfocadas en castigar y no reeducar, y en abordarlas con el público objetivo afectado, no hacia quienes generalmente violentan: los hombres.
Desde que nacemos, nos llenan de expectativas y limitaciones en función a nuestro sexo. En los hombres, las demandas están enfocadas en parecerse lo mínimo posible a las mujeres, necesitando comprobar qué tan fuertes son y cuánto se hacen “respetar”, demandas tan normalizadas y socializadas en los medios de comunicación, educativos, etc., difíciles de cuestionar y tienden a amoldar los vínculos e interacciones entre hombres y mujeres, llevando muchas veces a la violencia.
Las nuevas masculinidades
Desde la Fundación Ayuda en Acción abordamos esta problemática con el total de la población, centrándonos también en los hombres y su responsabilidad como elemento activo. El programa de Protección y Participación de niños y jóvenes, aborda diversas formaciones como la de Nuevas Masculinidades, en donde contamos con hombres referentes en sus comunidades que se han dado cuenta de su responsabilidad en la prevención de la violencia. Como Hilario, joven autoridad en Ollantaytambo (Cusco), que promueve que los temas de masculinidades y distribución de las tareas del cuidado se impartan para el bienestar y desarrollo de toda su comunidad; Álvaro en San Miguel (Cajamarca), estudia educación inicial y desde su instituto promueve campañas contra la violencia y acoso sexual; o Piero en Cura Mori (Piura), desde su corta edad promueve la reflexión en su entorno escolar, a través de la radio.
¡Papá, mamá quiero una vida diferente!, dice la canción, y es seguramente lo que todos anhelamos. Estamos convencidos que las brechas de género empiezan en la infancia, y seguiremos apostando por el fortalecimiento de la niñez, para que crezcan en igualdad de oportunidades, sin estereotipos de género que los limiten o violenten.
Por: José David Bardales, Coordinador Nacional Línea de Protección de Ayuda en Acción, y Marisú Palacios, Asesora Nacional de Género de Ayuda en Acción.