Inés Mechán Gonzales con apenas 16 años de edad se convirtió en heroína al salvar la vida de su abuelo Gabriel. Como todas las tardes, se encontraban en su chacra pastando sus vacas, cuando un fuerte ruido los remeció. Una gran masa de agua y lodo venía tras ellos. Inés solo atinó a tomar a su abuelo del brazo y lo llevó como pudo hasta la parte más alta. Desde ahí contemplaron una de las escenas más desgarradoras que les tocó vivir. Un huayco causado por el Fenómeno El Niño de 1998 arrasaba con todo a su paso: enseres, viviendas, cosechas, y lo que es más doloroso a personas que en su intento por rescatar sus animales o algo de sus pertenencias, sucumbieron ante la furia del río Reque.
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Los ríos La Leche y Motupe también sumaron para llevar desolación a los caseríos de Lambayeque. Se estima que solo en esta región las lluvias, deslizamientos, huaycos e inundaciones destruyeron las viviendas de 23,534 familias, y echaron a perder parcial o totalmente 15,257 hectáreas de terreno de cultivo. A nivel nacional, El Niño 97 y 98 ocasionó una pérdida de 613 millones de dólares en el sector agrícola, y 1’899,63 millones de dólares en daños en los sectores agua y saneamiento, energía, transportes, industria y comercio (CAF – Banco de Desarrollo de América Latina).
Aquella tarde del mes de Febrero, Inés pudo salvar su vida y la de su abuelo, no obstante, la pesadilla recién comenzaba en la comunidad de Callanca, del distrito de Monsefú. Las familias tuvieron que dormir a la intemperie, en refugios improvisados, sin abrigo, sin alimentos, sin agua. El único camino hacia Chiclayo había sido bloqueado por el huayco, y nadie podía entrar ni salir. Quedaron completamente aislados.
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Inés Mechán: “Solo los que vivimos el Fenómeno El Niño del 98 sabemos cuánto es el riesgo aquí. Las personas morían intentando salvar sus cosas”. ¡No dejes que esta historia vuelva a repetirse! DONA al T. 702 8600[/caption]
El Centro de Salud de Callanca colapsó. El personal médico no se daba abasto y las medicinas escaseaban. La tifoidea, el cólera, el dengue, la conjuntivitis, la neumonía y otros males llegarían para ensañarse con los más pequeños y ancianos, haciendo crecer la lista de fallecidos. Y por si fuera poco aparecieron las plagas de insectos y roedores para terminar con la poca cosecha que se pudo rescatar, dejando a las familias sin nada de alimentos. Se calcula que en toda la región Lambayeque hubo 598,791 damnificados.
Han pasado casi dos décadas de esta tragedia, sin embargo las familias de los distritos rurales como Monsefú, Reque, Eten y Chongoyape aún no están preparadas para hacer frente a hechos de esta naturaleza. El 95% de las viviendas son de adobe, las familias no cuentan con sistemas de agua potable, ni saneamiento. A su vez, el Centro de Salud de Callanca sigue siendo el único para más de 5 mil pobladores a la redonda.
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La mayoría de caseríos carecen agua potable y saneamiento. En Valle Hermoso cuentan con sistema de agua segura instalado por Ayuda en Acción.[/caption]
Avance en organización es la clave para el desarrollo
Eusebia Sánchez Farro, pobladora del caserío de Valle Hermoso, del distrito de Monsefú, también vivió en carne propia la tragedia. “Acá era mi sala, acá los cuartos, la cocina y por acá los corrales, cuando vino la lluvia todo lo arrasó”, narra sin ánimo de causar compasión, más bien sostiene que lo vivido la empujó a querer transformar su realidad y a ayudar a su comunidad a que salga adelante.
Actualmente Eusebia es una lideresa comunal. Con las capacitaciones recibidas por Ayuda en Acción y su socia local CIPDES, se ha convertido en promotora de salud y pieza clave para hacer frente a cualquier tipo de emergencia que comprometa la salud de las familias de Valle Hermoso.
Tras el Fenómeno El Niño del 2008, su oportuna intervención salvó la vida de más de 10 personas que se contagiaron del temible Antrax. Ella supo identificar los síntomas y tomó las medidas necesarias para su evacuación y atención en el Hospital Docente Las Mercedes de Chiclayo y en el Centro de Salud de Monsefú. Esta hazaña fue valorada por el Gobierno Regional que la declaró como la Mujer del Año 2009.
“No es solo el hecho de accionar un tema de salud preventiva sino fundamentalmente que se conviertan en líderes de transformación en sus comunidades, que sepan organizar, que sepan gestionar. Son las promotoras campesinas con muy escasa formación si se quiere profesional, las que han activado los sistemas de emergencia de manera más eficiente inclusive que los sistemas formales que existen en la región”, señala Javier Ruiz, coordinador del proyecto Lambayeque, que promueve Ayuda en Acción, cuya intervención compromete además buenas prácticas en el tratamiento del agua, en la conservación de los suelos y bosques, y prevención de riesgos.

Eusebia e Inés forman parte de la Red de Promotoras de Salud que han sido capacitadas en los caseríos más pobres de Lambayeque. Ellas se encuentran preparadas para enseñar a otras personas a tomar conciencia sobre el autocuidado de su salud y la necesidad de adoptar estilos de vida saludables. Promueven el lavado de manos, la importancia del aseo personal, vigilan que los niños tengan todas las vacunas, inculcan a las familias a vivir en casas ordenas y limpias, a desechar correctamente los desperdicios, a hervir o desinfectar el agua y a manipular correctamente los alimentos para su preparación.
Asimismo como lideresas comunales han participado en la sensibilización de la población para que junto a la Fundación, se gestione la construcción de un comedor infantil, se instale un sistema de agua segura, se cuente con un puesto de salud y se mejore la calidad de vida de las familias con la construcción de cocinas mejoradas.
Ante la inminencia del Niño, estas mujeres se encuentran en estado de alerta. Su principal temor es que todo lo que han logrado con tanto esfuerzo a través de los años, se lo lleven las lluvias. Falta limpiar los cauces de los ríos, colocar o reforzar muros de contención, arreglar las carreteras, reforzar las viviendas, consolidar las brigadas de emergencia, y la lista sigue.