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No más mujeres invisibles[/caption]
Día internacional de la mujer, una oportunidad para reflexionar sobre las brechas y desigualdades a las que está expuesta el 49.9% de la población nacional: 15 millones 545 mil 829 mujeres. Violencia familiar, abandono en la crianza de los hijos, difícil acceso a la educación e inequidad salarial son algunos de estos aspectos que nos cuestionan como sociedad.
En el Perú, 1 de cada 3.5 hogares son sostenidos por una mujer. La causa de más alta incidencia es producto de la irresponsabilidad: padres que abandonan emocional, física y económicamente a sus hijos. Tan solo el 2015, el Poder Judicial ha reportado la existencia de 100 mil procesos judiciales por pensión alimentaria, y el Registro de Deudores Alimentarios (REDAM) da cuenta de 2,538 padres morosos que han incumplido con sus hijos.
En el ámbito rural, una brecha dura de reducir y también una forma de violencia de género es el acceso a la educación. Según la ENAHO 2014, el 33.3% de mujeres en edad reproductiva (15-49años) no han recibido educación y el 6.9% tiene primaria incompleta. Solo el 15.9% de mujeres logran terminar la secundaria a la edad apropiada, y entre las niñas de comunidades indígenas, únicamente 1 de cada 10 de la Amazonía y 3 de cada 10 de habla quechua, se matriculan en la secundaria (Inversión en la Infancia).
De hecho el analfabetismo tiene rostro de mujer: el 80% de 1’900,000 personas que no saben leer ni escribir, son mujeres de la tercera edad y viven en comunidades lejanas de la sierra y selva.
Otro aspecto que nos interpela es el acceso al empleo. De cada 100 mujeres, solo 63 participan de la actividad económica del país, con un ingreso promedio de 1,165 soles, 30% por debajo de lo que percibe un hombre. Por otro lado, existe un rol de la mujer que es prácticamente invisible y no es reflejado en el PBI. Lavar, cocinar, planchar, cuidar niños, y otras tareas del hogar, que demanda más de 36 horas a la semana -es decir casi una jornada completa laboral- no se perciben como un aporte a la economía nacional.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar que la violencia, en todas sus formas, afecta a 7 de cada 10 mujeres en el Perú. La mayoría agredidas en sus hogares y en presencia de sus propios hijos. Casos que en los últimos 6 años han dejado un doloroso saldo de 795 desenlaces fatales de feminicidios, inapropiadamente escudados en infidelidad y celotipia.
No más mujeres invisibles
Ayuda en Acción tiene claro que para lograr el desarrollo es preciso tomar en cuenta a la mujer en sus diferentes roles, para brindarles las herramientas necesarias que les permita acortar las brechas de la desigualdad.
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No más mujeres invisibles: Roxanita hoy genera sus propios ingresos a partir del comercio del cuy.[/caption]En las comunidades rurales en las que intervenimos un común denominador es, por ejemplo, la ausencia de generación de ingresos propios. En Cajamarca, concretamente en la comunidad de Pencaloma, en el distrito de Conchán, se encuentra Roxanita Centurión Fernández quien hasta hace poco solo se dedicaba a las labores domésticas sin ningún medio para aportar a la economía familiar.
Roxanita tiene 24 años, es hija única, y no pudo concluir sus estudios básicos porque su tiempo estaba prácticamente copado entre las tareas del hogar y la atención del huerto familiar, además tenía que hacerse cargo del cuidado de su abuelo.
A los 22 años se convirtió en madre y con ello le tocó asumir un reto mayor: sacar adelante sola a su hijo. En ese contexto personal, donde todo parecía tornarse más difícil, inicia su relación con Ayuda en Acción y su socia local Centro Ideas, a través de un proyecto de seguridad alimentaria para mejorar la nutrición de la familia y en especial para evitar la anemia infantil.
El compromiso con las familias de Pencaloma consistía en otorgarles un módulo básico de crianza de cuyes para que pudieran poner en marcha un mini galpón, que tenían que construir como contraparte. Roxanita recuerda que recibió un macho y tres hembras en aquél entonces y con el acompañamiento técnico que forma parte de esta iniciativa, hoy no solo asegura el consumo de proteínas de su familia, sino que tiene un medio seguro de ingresos a partir de la venta de 3 a 4 ejemplares a la semana.
“Mi día empieza muy temprano con las actividades de la cocina y del campo, luego regreso con la hierba para dar de comer a los cuyes y comparto con el cuidado de mi hijo porque todavía está pequeñito y necesito estar más cerca de él”, nos cuenta Roxanita, que al mes llega a conseguir un ingreso de 320 soles, producto de la venta de cuyes.
“Con el proyecto hemos desarrollado capacidades para el manejo del huerto, los cultivos y de los mini galpones, en forma individual. Pero, cuando llega un comprador que requiere mayor cantidad, juntamos entre varias vecinas y atendemos el pedido. Solo algunas veces los llevo al mercado de Tacabamba, pero aquí es mejor porque así puedo estar siempre con mi hijito ya que soy padre y madre para él”, sostiene orgullosa.
“Con las ganancias de la venta del cuy puedo comprar las cosas que necesita mi hijo, pero también me saca de apuros cuando se enferma porque algunos medicamentos no hay en el Seguro Integral de Salud (SIS) y tenemos que comprarlo aparte, entonces ya vendo un cuy y puedo comprar su medicina”, afirma Roxanita. Ella es una de las mujeres protagonistas de este proyecto, en 280 hogares de 18 comunidades de los distritos de Conchán y Chalamarca (Cajamarca).